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                El Renacimiento es el nombre dado al movimiento cultural que tuvo lugar entre los siglos XV y XVI, iniciado en Italia y luego propagándose por toda Europa Occidental. Este período expresó el sentimiento de un nuevo renacer que experimentado por los habitantes de la península al reencontrarse con la cultura grecolatina, olvidada tras la caída de Roma (476).

                La renovación de la concepción del cuerpo en la Europa occidental se produce, en gran medida, a través de una reconsideración de las ideas medievales a la luz de un proceso de recuperación de una serie de conceptos venidos desde la antigüedad; ya que, en la base a esta renovación se encuentra el redescubrimiento, por parte de la Europa occidental, de los textos de la antigüedad grecorromana y de las concepciones vitales e intelectuales que existían en esa cultura. Ese redescubrimiento determina el surgimiento de una nueva concepción del lugar del ser humano en el contexto de la realidad, concepción habitualmente definida con el nombre de Humanismo y que, en gran medida, se expresa a través de un interés renovado en el individuo, considerado como un hecho en sí, al margen de la divinidad. La mentalidad teológica del periodo medieval, en este aspecto, vino a significar una importante renovación en los conceptos establecidos en la cultura occidental sobre la importancia y el sentido del cuerpo, estableciendo una postura nueva en clara oposición a concepciones anteriores. Para los hombres medievales el cuerpo era, simple y sencillamente, el espacio habitado por el verdadero yo, un yo identificado casi exclusivamente con el alma o el espíritu. En ciertos sentidos se consideraba al cuerpo como un simple receptáculo o incluso una prisión, dentro de la que se encontraba ubicado el yo trascendente e inmortal que definiría realmente al hombre o la mujer.


                Por su lado el pensamiento renacentista rompe con la jerarquía universal de las cosas y sitúa al hombre como un ente capaz de cambiar cualquier realidad enojosa y si sufre, no es por decreto de la naturaleza o de Dios, sino por su falta de esfuerzo intelectual o manual, por su estupidez o por su perversidad. Esta concepción del hombre exige un espíritu de libertad que abarque todos los campos de la actividad humana y también especialmente la esfera del pensamiento. Posicionando el desarrollo del hombre como el centro de estudio, donde la existencia humana está sujeta al acto de pensar, desarrollo humano que se verá reflejado en florecimiento de esta visión en distintas áreas como el arte, la arquitectura, la literatura, la anatomía, la ciencia, entre otras. Dejando de lado la ideología característica del periodo medieval que veía al cuerpo humano como la cárcel del alma.

                Uno de los hombres más importantes de este periodo a saber, el anatomista Vesalio, concibe al cuerpo humano como una “fábrica”, es decir, como una construcción que revela, sobre todo, la maestría de su creador, concibiendo al cuerpo como una obra de arte. De ello se deriva asumir que Dios viene siendo una especie de artista, responsable de esa creación en forma muy semejante a como los artistas de la época establecían su relación con los productos derivados de su arte. Sin embargo, y simultáneamente, Vesalio observa y señala los defectos de esa obra, lo cual lo lleva a afirmar, en una consideración que tiene ciertas connotaciones platónicas, que los cuerpos humanos existentes son únicamente ensayos (o bocetos, si se prefiere) desarrollados por el gran Artista en su búsqueda de lo que habrá de ser la obra perfecta. El hombre arquetípico sólo es parcialmente. Esta concepción es notablemente interesante, sobre todo porque establece una visión de la corporeidad muy típica de un hombre del Renacimiento, que visualiza el trabajo anatómico desde la perspectiva del artista más que del científico, visible en las formas corporales de los hombres que existen en el mundo.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.
  1. me la pelan

  1. Gracias por la información :D

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