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El arte propio del
Renacimiento constituye una ruptura de la concepción artística que se tenía
desde la Edad Media. Aquel renacimiento artístico de la Antigüedad Clásica
supuso una nueva forma de entender el arte: a diferencia de lo que sucedía en
la Edad Media, el arte ya no se encontraba bajo el mando de la Iglesia, por
ende perdió la función didáctica de la doctrina cristiana y pasó a quedar bajo
el poder de príncipes y burgueses (importantes familias italianas como los
Medici, Rucelli y los Pazzi, entre otros). El carácter anónimo se abandonó
completamente con el surgimiento de talleres artísticos que comenzaron a formar
profesionales de oficio que trabajaban por encargos (relación artista-cliente).
En este punto, los artistas poseían una formación más científica, generando
gran capacidad creativa. Además, solían acentuar la proporción (fidelidad a la
realidad natural), por lo que se utilizó el canon clásico de la Antigüedad
alargando la figura y la proporción de las partes, dejando de lado las figuras
rígidas, hieráticas y sin proporción.
Reaparecen los retratos, los desnudos principalmente,
las temáticas mitológicas y los paisajes. Esto no supone una copia de la
Antigüedad Clásica sino una reinterpretación en la que se busca el máximo de
realismo cayendo incluso en el idealismo.
Claramente es el hombre y el mundo natural el objeto
de interpretación del arte, pues
recupera el protagonismo que poseyó en algún minuto en la Antigüedad.
Independiente de la temática que posee la pintura, por ejemplo, es el concepto
del cuerpo, la figura humana, lo más importante a destacar, pero sin dejar de
lado también la belleza de la representación: equilibrio entre el hombre
ideal y la naturaleza.
Leonardo Da Vinci es uno de los más grandes maestros
de la época del renacimiento, famoso por trabajar la pintura, la escultura, la
arquitectura, la ingeniería y la ciencia. Fue un hombre encantado por la luz
del conocimiento y la constante investigación, aportando a la Edad Moderna,
importantes avances en éstas y otras materias.
Para realizar sus trabajos dedicó gran parte de su
vida al estudio de la naturaleza y el cuerpo humano (cómo estaba compuesto y
cómo funcionaba), realizando miles de anotaciones y dibujos sobre la anatomía
humana.
Dentro de sus más famosas anotaciones respecto del cuerpo humano se encuentra el famoso Hombre de Vitruvio, que representa la figura humana (masculina desnuda), exponiendo la proporcionalidad del cuerpo. Basado en modelos clásicos, representa una visión del hombre como centro del universo, inscrito dentro de un cíirculo y un cuadrado. En él se realiza un estudio de la anatomía que busca la proporcionalidad del ser humano y un canon clásico adecuado para establecer un ideal de belleza. El Hombre de Vitruvio es un claro ejemplo de la visión globalizada que poseía Da Vinci en su época: trataba de vincular la arquitectura y el cuerpo humano, inserto en una interpretación de la naturaleza y el universo. Como se dijo anteriormente, representa las proporciones del cuerpo (por ejemplo, la razón áurea o la divina proporción[1]), el hombre como modelo del universo. Para Leonardo Da Vinci estos descubrimientos del interior del cuerpo humano podían vincularse con la observación de la naturaleza.
Dentro de sus más famosas anotaciones respecto del cuerpo humano se encuentra el famoso Hombre de Vitruvio, que representa la figura humana (masculina desnuda), exponiendo la proporcionalidad del cuerpo. Basado en modelos clásicos, representa una visión del hombre como centro del universo, inscrito dentro de un cíirculo y un cuadrado. En él se realiza un estudio de la anatomía que busca la proporcionalidad del ser humano y un canon clásico adecuado para establecer un ideal de belleza. El Hombre de Vitruvio es un claro ejemplo de la visión globalizada que poseía Da Vinci en su época: trataba de vincular la arquitectura y el cuerpo humano, inserto en una interpretación de la naturaleza y el universo. Como se dijo anteriormente, representa las proporciones del cuerpo (por ejemplo, la razón áurea o la divina proporción[1]), el hombre como modelo del universo. Para Leonardo Da Vinci estos descubrimientos del interior del cuerpo humano podían vincularse con la observación de la naturaleza.
Hacia fines del Renacimiento se produce una reacción
anticlásica que cuestiona los ideales clásicos de la belleza: el Manierismo, el
que se preocupa por solucionar problemas artísticos mostrando la complejidad
del la figura retratando, por ejemplo, desnudos en posiciones complejas,
extremidades mas graciosas, exagerando la musculatura, haciando la cabeza de
tamaño más pequeño y poniendo los cuerpos en posiciones difíciles o
artificiales. Los colores empleados no representan a la naturaleza sino que son
más fríos y fingidos. La pintura manierista no intenta representar la realidad
natural sino una realidad deformada.
El Árbol del Perdón, Burne Jones.
Posteriormente, debido a la crisis que genera la
contrareforma, surge el arte Barroco, un arte recargado, desmesurado e irreal
con una función primordialmente ornamental. Dentro de sus características
encontramos el movimiento y la expresividad de la figura humana (teatralidad,
expresión y movimientos exagerados). Continúa siendo, en este período, la
figura humana el centro de la atención artística.
Laconte y sus hijos, Agesandro, Polidoro y Atenedoro De Rodas.
La tendencia artística que se desarrolló
posteriormente fue el Rococó, definido como un arte individualista, antiformal
y cortesano. Se caracteriza por el gusto a los colores luminosos, suaves y
claros, inspirado en la naturaleza, la mitología y los cuerpos desnudos. Es un
arte que representa la mundanidad, el diario vivir, las relaciones humanas, lo
agradable, lo erótico y sensual. Si bien no se centra en la concepción del
cuerpo y sí en lo decorativo, la figura humana se representa en formas de retratos,
cuerpos proporcionados, mostrando la realidad, sobretodo la vida en palacio.
Júpiter y Antíope, Francoise Boucher.
El Neoclasicismo representa el
arte de la intelectualidad, de la Ilustración, en cuanto a la figura humana, ésta
se encarna en una forma muy parecida a la propia del Barroco, en la gestualidad
y la expresión de los cuerpos, por ello los artistas no hacían una copia fiel
de la naturaleza, sino que lograban extraer lo esencial para conjugarlo en un
todo. El estereotipo del cuerpo ya no se considera relevante pues interesa el
gesto y la pose de la figura, el lenguaje corporal para reflejar el carácter,
el ánimo etc. La idea de estos artistas era comunicar a través de la
gestualización del cuerpo. La concepción
de belleza estaba directamente asociada con la proporción de las partes
proyectadas en las formas corporales: figuras con volumen, cuerpos llenos de
fuerza, con extremidades vigorosas. Se valora el contorno de la figura humana
más que su proporcionalidad.
La Muerte de Marat, Jean Paul Marat.
El
Romanticismo, por otro lado, nace como una reacción revolucionaria a la Ilustración
y al carácter clasista (conjunto de reglas esteriotipadas) que había adquirido
el arte, dándole prioridad a la expresión de los sentimientos. Hay otra forma
de concebir la naturaleza y la vida del hombre, predomina la originalidad, la subjetividad y el
individualismo. Esta tendencia refleja principalmente paisajes irreales. En
cuanto a la representación de la figura humana, ésta es subjetiva y está libre
de representación.
Podemos
ver que con la llegada del Romanticismo al ámbito artístico, la concepción del
cuerpo deja de tener la importancia que tenía antes, ya no se perciben reglas y
tendencias establecidas. El Romanticismo abre las posibilidades de
representación del cuerpo humano de la forma que se estime conveniente, acorde
a otras realidades, nuevos conceptos y otros contextos. Podemos ver que la representación de la
figura humana con el tiempo fue cambiando, desde una fiel representación de ésta,
pasando por la exageración, su uso en diversas funciones hasta su expresión
personal. Aunque antes de esta tendencia, la representación estricta del cuerpo
no cambia mucho, es decir, se exhibe un cuerpo proporcionado y muy parecido a
la figura humana como se muestra.
Caminante sobre el mar de nubes, Caspar David Friedrich.