Introducción:
Si de todas las áreas del
conocimiento, consideraríamos sólo a las exactas, el carácter del misterio y
del alma jamás podrían ser contemplados, es por eso que la literatura no ha
sido la gran ausente dentro de este blog, puesto que con todas sus herramientas
y figuras le ha dado al concepto del "cuerpo" diferentes nombres,
señales, atributos, poderes, etc. Cabe
mencionar que la literatura también a ha servido para reflejar la idiosincrasia
de las épocas en cuanto a su idea y representación de el "cuerpo” y cómo están ligadas a la
forma en la que se interpreta el mundo en cada tiempo de nuestra historia.
Desde la era griega, Homero nos
mostraba diversas interpretaciones del cuerpo humano y el concepto de belleza
que priorizaba en el imperio de Grecia. Así también sucedió con el concepto del
cuerpo humano de San Agustín, asemejado a la imagen de Dios y como un ente
sagrado.
Durante esta unidad, nos
centraremos en el periodo histórico comprendido entre los siglos XV y XVIII, en
donde la visión del cuerpo comienza a tomar otro aspecto de la mano de las
obras de William Shakespeare durante el Renacimiento. Posteriormente, la
pondremos en contraste con la obra de Baudelaire hasta llegar al pensamiento
contemporáneo de Franz Kafka.
William
Shakespeare:
Shakespeare y la ruptura de la
cadena del ser: “el mundo está fuera de quicio”.
Ejercicio Práctico (individual):
traer una noticia que anuncie la muerte de William Shakespeare. Para Ello debe
investigar el día, la causa de muerte y los hechos por los cuales este hombre
amerita que deceso sea anunciado en los Medios de Prensa.
El gran poeta, actor y
dramaturgo inglés William Shakespeare nació en 1564 en un suburbio cercano a Londres,
llamado Stratford y
murió en 1616. Es conocido como “El Dramaturgo de todos los tiempos” y uno
de los escritores más importantes de la historia. Su obra precedió a la culposa
literatura medieval, destacando desde el inicio con el carácter genuino de su
obra. Dentro de las obras de este gran escritor inglés, destaca Otelo, Hamlet, la inolvidable tragedia Romeo
y Julieta, Macbeth, Sueño de una noche de Verano, El Mercader de Venecia, entre otras.
Shakespeare
y su época:
Este literato realiza su obra
entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII, por lo tanto, ésta está impregnada
del espíritu de su tiempo que supone una visión particular del cosmos, deudora
de la cosmovisión medieval, centrada en la imagen de Dios y de la corrección de
los actos de los hombres en favor de la supremacía de la Iglesia. Esta forma de
entender el mundo suponía un cosmos jerárquicamente ordenado, con vistas a una
trascendencia en el que la estructura espacial incorporaba una jerarquía de
perfección y valor. Esta forma de ver el mundo y el cosmos imagina un orden
universal en tres formas principales: una cadena, una serie de planos
correspondientes y una danza. La cadena se extendía desde el pie del trono de
Dios hasta el último de los objetos inanimados.
Shakespeare transparenta todo es
en su obra, así como también lo que sucede en el Siglo XVII con la aparición de
la ciencia moderna (Copérnico, Newton, Galileo, Bacon). A partir de esta “intromisión” el mundo deja de
ser una verdad absoluta y establecida y comienzan a eliminarse los márgenes y
límites del pensamiento que, de una forma u otra, representaba una
subordinación social y cultural.
Dentro de la “cadena” del pensamiento
medieval, mencionada anteriormente, existe la tendencia de dejar al hombre y su
“pequeño mundo” en el último lugar, es decir, primero los elementos de la
tierra, luego la vida y la existencia y luego las emociones y el sentimiento,
además del entendimiento. El hombre tiene un lugar fundamental en “la cadena”,
debido a que posee una doble naturaleza, es decir, es una fuente de conflictos
internos y además, tiene la función
única de unir a toda la creación. El hombre entonces es una especie de cruce
donde convergen y se traspasan todas las vías.
La propia anatomía del hombre
corresponde en esta cosmovisión al ordenamiento físico del universo. Su
organismo está compuesto por los cuatro elementos: tierra, aire, fuego, agua; y
está regido por los mismos principios. El cuerpo también tiene su propio orden
y cadena. Todo funciona en conexión y fluye de acuerdo a ese orden establecido,
en este caso, por la naturaleza. A tal punto de alimentarnos por consecuencia
de una cadena (alimenticia) que hace funcionar la vida y mantiene también un
equilibrio.
En la obra de Shakespeare es
frecuente encontrar personajes que, desde la óptica anteriormente citada
presentan una “anormalidad” en este “equilibrio”: Hamlet es melancólico, Lear y
Macbeth están locos. Es usual
también que para tildar a un
hombre de cobarde se le diga que posee “un hígado blanco”, así en El mercader de Venecia se lee: “¿Cuántos
cobardes hay de corazón tan falso como peldaños en la arena- llevando en su
mejilla la cólera de Marte y las barbas de Hércules de hígados tan blancos como
la leche si por dentro miras- que el excremento sólo asumen del valor para
mostrarse como hombres?”.
Representación
del cuerpo en Hamlet:
Ejercicio
Práctico (en grupos): luego de la
evaluación de comprensión lectora del libro Hamlet,
veremos episodios de la película del mismo nombre en clases. Esta vez, la tarea
será reconocer todas las alusiones que William Shakespeare hace a Hamlet. Con
esto haremos un trabajo comparativo y un intercambio de ideas en la clase.
En esta obra aparecen todos los
elementos de la cadena del ser, pero no en un orden lógico. Por ejemplo, en el
episodio en que Hamlet asesina a Polonio, Rosencrantz, uno de sus viejos amigos
que se ha convertido en traidor, le pregunta dónde está el viejo Polonio y
Hamlet le contesta: “No donde come, sino donde es comido. Cierta asamblea de
gusanos políticos está ahora con él. El gusano es el único emperador de la
dieta: nosotros cebamos a todos los demás animales para engordarnos, y nos
engordamos a nosotros mismos para cebar a los gusanos. El rey gordo y el
escuálido mendigo no son más que servicios distintos, dos platos, pero de una
misma mesa; ése es el fin de todo”. En este trozo, Hamlet considera a Polonio
un alimento para los gusanos, aborda
peyorativamente la naturaleza del hombre al que asesinó. La representación del
hombre que vemos aleja al hombre de la cosmovisión medieval cercana a Dios. Ya
no es semejante a Dios, sino que se lo
iguala a los demás animales, inclusive a aquellos más“ repugnantes” como los
gusanos.
Otro instante en que el cuerpo
de hace manifiesto de manera peyorativa
en Hamlet es cuendo éste llega al cementerio y se encuentra con dos
sepultureros. El príncipe de Dinamarca, al tomar una calavera entre sus manos,
le dice a su amigo Horacio: “Y ahora está en poder del señor Gusano, descarnada
la boca y aporreados los cascos con el
azadón del sepulturero. ¡Aquí hay una linda mudanza, si tuviéramos penetración
bastante para verla! ¿Tan poco costó la formación de estos huesos, que no
sirven sino para jugar a los bolos? Los míos me duelen de sólo pensarlo”.
Shakespeare, en síntesis, vivió un tiempo lleno de incertidumbre y
dudas: las viejas creencias se vieron cuestionadas y aparecieron nuevas
concepciones acerca del cosmos y del hombre. En su obra encontramos tanto
elementos de las antiguas creencias elementos de la nueva visión, como por
ejemplo, cuando sitúa al hombre en el mismo nivel que los gusanos.
Ejercicio Práctico (pares): identificar el episodio que más les haya impactado de la
obra Hamlet o de otra que les parezca
interesante y destacar las diferentes figuras literarias que ahí se
representan.
Charles
Baudelaire:
Ejercicio Práctico (individual):
crear un poema corto con 5 versos libres sobre la muerte de Charles Baudelaire.
Sin duda alguna es inevitable
que el señor Charles Baudelaire, poeta y crítico de arte francés, traductor y
admirador de muchas de las obras de Edgar Allan Poe, sea considerado como el
fundador de la poesía moderna, ya que su magnífica obra y su estilo particular
lo respaldan. Nació en 1821 y falleció en 1867 y en 1857 publicó su obra más
famosa: Las flores del mal. En el
interior de ésta se encuentran unos textos relevantes sobre la temática del
cuerpo en la literatura, Las viejecitas
y A una que pasa, además del texto La pérdida de la aureola, en su obra Pequeños poemas en prosa. Resultará indispensable referirse a la urbe
moderna, la que surge a partir de la destrucción de la vieja ciudad medieval,
pues éste resulta el escenario predominante en los textos a trabajar.
Durante
los tiempos de Baudelaire, la brillante disposición de la ciudad tiró abajo
edificios, desplazó a miles de personas, demolió barrios completos que existían
desde hacía siglos, pero también abrió la totalidad de la ciudad: por primera
vez en la historia, a todos sus habitantes y les permitió circular en libertad por
todos los espacios. Esta inédita ordenación del espacio urbano fue uno de los
elementos que marcó el comienzo de una nueva experiencia vital: la de la
modernidad. Ésta, que nos resulta natural, supone unaparticular vivencia del
tiempo y el espacio, de uno mismo y de los demás, de las posibilidades y los
peligros de la vida. El mundo se muestra como un cosmos a indagar, todo
circula, todo parece accesible, el tiempo va en aceleración.
La
urbe decimonónica no sólo se transforma en un sitio abierto a todas la gente,
pertenezca a la clase que pertenezca, sino que también se convierte en un
espectáculo en que encontramos todo tipo de cuerpos, sin diferencia de edad ni
de clase, así lo prueba el poema Las
viejecitas
de Baudelaire en el que la decrepitud
que presentan los cuerpos de los ancianos combinados
en las calles con cuerpos jóvenes, se exhibe fuertemente, por ejemplo:
En los pliegues sinuosos de las viejas
ciudades
Donde incluso el horror se hace magia,
obediente
A fatales humores que me guían acecho
A unos seres extraños, atrayentes,
decrépitos.
Monstruos rotos que antaño también
fueron mujeres,
Eponinas o Lais. Contrahechas, jibosas
O torcidas, ¡amémoslas! Todavía son
almas
Bajo faldas raídas, bajo paños ya
fríos.
Flageladas por vientos sin clemencia,
se arrastran
Temblorosas al lado del estruendo de un
ómnibus,
Apretando a su cuerpo, cual si fueran
reliquias,
Un bolsito bordado con enigmas o
flores;
Andan como si fuesen marionetas;
avanzan
Lentamente, lo mismo que animales
heridos,
Y parece que bailen, campanillas
cuitadas
Que sacude cruel demonio. Se encorvan,
Pero tienen los ojos como agudos
taladros,
Con el brillo del pozo que dormita en
la noche;
Tienen ojos divinos de muchacha que ríe
Y se asombra por todo lo que ve
relucir.
¿ No habéis visto que muchos ataúdes de
viejas
tienen casi el tamaño de ataúdes de
niños?
En sus féretros pone sabiamente la
muerte
Todo un símbolo extraño, sugestivo, y
así
Cuando veo pasar a algún débil fantasma
Que atraviesa la escena del bullente
París,
Se me antoja estar viendo a esos seres
tan frágiles
Que caminan muy quedos hasta su última
cuna;
A no ser que pensando en cuestiones
geométricas,
Se me ocurra, delante de esos miembros
discordes,
Cuántas veces tendrá que variar el
obrero
Esas cajas en donde esos cuerpos se
embuten.
En
otro texto del poeta francés, La pérdida
de la aureola, se advierte la correspondencia original que se establece
entre el transeúnte y la ciudad: un hombre honorable es increpado por otro que
le cuestiona su presencia en un lugar “indecente”, el disputado da la siguiente
respuesta: “Querido, usted ya conoce el terror que siento por los caballos y
los coches. Hace un rato, mientras atravesaba el bulevar apresuradamente, dando
saltos entre el barro, a través de ese caos tornadizo donde la muerte llega al
galope por todos los costados a la vez, mi aureola, al hacer un movimiento
brusco, resbaló de mi cabeza y cayó al madacam de la calle. No tuve valor para
recogerla. Estimé que era menos desagradable perder mis insignias que hacerme
romper los huesos”.
Charles
B. muestra cómo la vida urbana moderna asigna movimientos frenéticos a todos y
también nuevas maneras de libertad pues un hombre que sabe cómo moverse en, y a
través del tráfico, puede ir a cualquier lugar, por cualquiera de los eternos
corredores urbanos por donde el mismo tráfico, e inclusive su moral, pueden
circular libremente. De esta manera, esta movilidad abre un gran número de
experiencias y actividades nuevas a las masas urbanas.
Varias
veces, la ciudad y sus cuerpos obtienen
características de bestia, es decir, cierta humanidad se pierde a través de las
calles. El siguiente verso del poema A
una que pasa de Baudelaire da cuenta de ello, en tanto dice: “ El fragor de
la calle me envolvía en aullidos”.
En
conclusión, la literatura del siglo XIX presenta cuerpos turbados como productos
necesarios de la ciudad moderna, al tiempo que muestra a ésta como un
espectáculo ante la vista. Últimamente, lo que se privilegia es la mirada, en
tanto es ella la que genera, al narrar, el relato a partir de lo que contempla.
Ejercicio Práctico (en grupos): leer
los tres textos de Baudelaire mencionados anteriormente y proponer una
interpretación de una plana sobre la temática del cuerpo que vaya más allá del análisis
expuesto.